En relativamente poco tiempo el negocio de la música se transformara. No habrá tiendas de discos de esas en las que hoy entramos caminando y podemos revisar
físicamente montones de discos nuevos, viejos... de hoy y de siempre.
La grabación de los discos será patrocinada por marcas comerciales o
aparatos culturales. Si, las
disqueras desaparecerán y dejaran de gastar cantidades importantes de dinero en asuntos
extra musicales... esa que junto con la falta de calidad
preponderante es la verdadera causa de su crisis, aunque insisten en culpar a la
piratería y las descargas vía Internet.
Las marcas comerciales
tendrán algo, poco o nada que ver con la música en si... la música será gratuita y difundida por Internet. Los discos
seguirán siendo un medio de promoción para las propuestas... si, como siempre lo han sido.
La música recobrara buena parte de la calidad, aunque seguramente las propuestas prefabricadas encontraran su espacio y forma de funcionar en el nuevo esquema.
Los artistas y grupos
vivirán de los conciertos en vivo, que -
algo positivo tendría que haber en este cambio- llegaran a más ciudades, ciudades que actualmente y años
atrás no hubieran estado contempladas para contar con una fecha en una gira de algún grupo
grande.
La música como negocio será
infinitamente noble... y por fortuna
seguirá habiendo música para todos, con sus modas, sus tendencias, sus personajes
memorables y efimeros, y los proyectos que perduraran en el tiempo y a través de las generaciones.